Una loca sesión de
espiritismo
Esta es la historia de una de
nuestras sesiones que por loca, merece ser contada.
Hasta el día de hoy no entendemos
qué pasó, ni cómo todo fue cayendo en un caos del que no había retorno, hasta
que Elsita, ya más calmada, decidió terminar lo que había comenzado. Todo lo
había desatado según ella, por olvido nuestro, y a pesar de que se encontraba
en el mejor de los mundos; a su decir, necesitaba vengarse, eso sí: con sentido
del humor. La cuestión es que Elsita y su banda, arremetieron contra nosotros y
empezaros a suceder cosas muy extrañas de las que todos recogieron una
enseñanza, nunca supe cual, pero algo habría.
A continuación paso a presentar a
los personajes que componen nuestra pequeña escuela, tuve que cambiar los
nombres para resguardar la integridad de cada uno, y para que sus hijos, el día
de mañana, no se avergüencen de ellos, porque si hay algo de lo que no se
vuelve es del ridículo, máxime cuando a éste lo lleva un espíritu con deseos de
revancha, y dispuesto a divertirse. Mi amada Elsita, tenía un sentido del humor
muy peculiar y su inteligencia siempre peleada con la lectura, era precisa y
lapidaria. Su sistema de razonamiento era científico aunque ella no lo sabía y
su amor hacia este hijo postizo que tenía, la hacía entrar en una controversia
interna con todos los miembros de la escuela.
Los Miembros
MAMA CORA: profesora de
contabilidad, mujer inteligente y directa, uno no entendía como hacía para
estar enojada con todas las cosas. Se caracterizaba por sus videncias
dificilísimas de entender, a veces graciosas y otras agresivas, debemos decir
de Mamá Cora que es muy generosa.
CHAPALEO: devoto del agua
mineral, de una inteligencia mística asombrosa y de una ingenuidad irritante,
mantenía relaciones incestuosas con Castañeda y Claudio María Domínguez, dirigía
las sesiones y de vez en cuando se rayaba. Debo decir que mi amor por él es
incondicional.
LA YUYITO: Veía acné y puntos
negros en todas las caras, aconsejaba sobre tisanas, bálsamos, baños de
inmersión y masajes. De una inteligencia superior era un poco el alma de la
escuela.
LA SAFARONI: vivía de juicio en
juicio, y en otra vida había colaborado en la estructura del derecho romano.
INFLUENCIA: Médium parlante de
gran alcance pero torturado por las persecuciones espirituales y los ruidos
molestos.
PETETE: A un dólar la pregunta,
vamos que se acaba la oferta, gran vidente, mi amor por él también es
incondicional, trabajador, fiel a la escuela como ninguno, y molesto muy molesto
con sus preguntas. Una persona muy querida por todos.
LA PELITO: Gran vidente, siempre
traía algo para comer aunque antes de ingerir el budín había que peinarlo.
También era presa de los espíritus obscenos que admiraban su belleza. Todo el
mundo estaba en su contra.
ESPARTACUS: Mi hermano, una de
las personas más amadas por mí, gran médium, gran persona, su objetivo era
liberar de la esclavitud a las empleadas domésticas.
BONAFIDE: Gran vidente, gran
amiga, gran persona, otro de mis amores, a veces parecía una monja en el exilio.
LA DIBU: Gran médium parlante y
psicográfica, escribía, dibujaba y repartía sus escritos según quien los
necesitara.
LA LEIDI: Profesional de la
seducción y brillante cerebro, novia de Cristo y amor imposible de Chapaleo.
Siempre cinco minutos antes de terminar la sesión tenía una pregunta que hacer.
ISIDORITO: Depilado, alegre y
dicharachero, olía a champagne y desodorante vaginal, algo así como un gurú
cabaretero, prometía mucho pero de pronto se perdió entre sábanas de seda y
muslos de perra alzada.
LA HERMANITA PERDIDA: Al
principio era constante asidua, luego se fue distanciando de la escuela, pero
nunca dejó de pagar la cuota, (todavía paga 20) y de pedir videncias.
También tengo que
nombrar a mi mamá que es la mejor vidente que he conocido y que ama a la
escuela y siempre está pendiente de ella, a pesar de sus ochenta y seis años, a
los exiliados en España, que se que siempre, de alguna manera, están presentes
y a todos los que pasaron por mi vida, son muchísimos y no se porque motivo los
recuerdo y repaso en mi mente el bien que les hice y el bien que por una razón
u otra no pude hacer, y también a los recién llegados, a los que llegarán y a
los que por supuesto están en el otro lado de la vida, el lado espiritual.
Ese sábado el ambiente estaba raro,
se notaba cierta inquietud en el aire y yo percibía que algo no andaba bien. A
la seis de la tarde, hora en que empieza la sesión por esas cosas del clima, se
largó una ruidosa tormenta. Todos la esperábamos porque el calor era agobiante.
Los primeros en llegar fueron Chapaleo e Isidorito, a los que tuve que secarles
las remeras puesto que estaban empapadas y lentamente fueron llegando los
demás. La sesión se armaba definitivamente a las seis y treinta, todos daban
cuenta de inconvenientes raros que casi no le permitían llegar. Mamá Cora entró
echando maldiciones contra los colectivos y la Yuyito pidió que le hicieran té
de Cola de Gato. Chapaleo tenía sed, siempre lo esperaba con el mate preparado
pero ésta vez quiso algo fresco. Cuando empezamos estaba todo en penumbras, no vi
lo que tomé de la heladera, y le convidé con una lata de cerveza.
La Pelito había traído budín que
estaba durísimo y no se podía cortar. Ya estábamos todos dispuestos y Chapaleo
pronto para empezar a dirigir (lo que a mí me permitía trabajar como vidente).
Abrió la sesión y mientras pedía la presencia de Pancho Sierra, eructó y el
ambiente se impregnó de un terrible olor a cerveza que descompuso a Mamá Cora,
que empezó a las puteadas. La voz de Chapaleo era temblorosa y tardó casi
quince minutos en abrir la sesión. Enseguida empezaron a ver cosas espantosas y
cada uno se despachó con una videncia casi esquizofrénica.
De pronto empezaron a inclinarse los
cuadros y en un espacio de silencio irrumpió el llanto de Espartacus que decía
ver una larga hilera de mucamas desnudas que se le ofrecían sexualmente y que
él rechazaba. Comenzó a adoctrinar a esos espíritus alertándole sobre sus
derechos, no lo podíamos parar hasta que el grito de dolor de Influencia nos
desconcertó a todos, tenía un ser que trajo de la casa y se le pegó cuando se
recostó en la cama. Influencia emitía unos alaridos agudos y penetrantes, la
Yuyito quiso ayudarlo, se acercó a él para fluidizarlo, pero el espíritu la
apartó con un empujón. La Yuyito cayó sentada en las piernas de Petete, que
enseguida preguntó si los espíritus tenían sexo, abombada Yuyito volvió a su
silla. La Dibu le dio a Yuyito un papelito en el que estaba dibujado un pene y
Mamá Cora empezó a gritar que la sesión estaba llena de espíritus obscenos.
Brillaron los ojos de Isidorito quién se abrazó a la Pelito. Bonafide con cara
de amor y comprensión le hablaba a cada uno tratando de poner paz y cordura,
hasta que Isidorito le tocó el trasero y ahí casi se arma, porque Espartacus lo
comenzó a agañotar y decirle que ella no era su esclava sexual. Chapaleo iba y venia
de la heladera, Mamá Cora del susto se hizo pis. Influencia logró que el
espíritu que lo poseía se arrepintiera y clamaba por una protección.
Yo desconcertado trataba de